Hoje trago até vocês um artigo de um doutor em Ciência Política russo chamado Boris Martynov a respeito de um outro artigo de Andrés Malamud. Esse texto, em espanhol, ilustra o momento brasileiro no enfoque de sua política internacional. Como pode um país sem grandes armamentos ou prêmios Nobel, por exemplo, obter êxito e respeito internacional ? Esse e outros questionamentos a respeito da Inserção Internacional do Brasil você poderá ver a seguir. Texto muito interessante e espero uma maior participação de vocês.
Yuri Antunes
Monitor da disciplina ''Economia Política e Direito'' da Universidade Federal Fluminense
Brasil: ¿músculo o cerebro?
Confesemos que la misma pregunta puede ser dirigida
hoy no solamente a Brasil, sino prácticamente a cada país miembro del
formato BRICs, a cualquier Estado del mundo y hasta a la humanidad como
tal. Pues no es secreto que, por más que avanzamos en el siglo XXI,
menos confiables y productivos se ponen los métodos forzosos de la
resolución de los problemas de diferente índole: comenzando por los
económicos de cada país soberano hasta los mismos regionales y globales,
inclusive hasta la preservación de la paz planetaria. Desde ese punto
de vista en ese binomio “razón” – “fuerza”, a nuestro entender, ya no
existe esa igualdad de antaño. Pregunta: ¿Qué éxito obtuvo el país más
poderoso del mundo, utilizando mucha fuerza y poco cerebro en Afganistán
e Iraq? ¿O tratando problemas como narcotráfico y terrorismo? ¿Tal vez,
sanciones económicas y políticas contra Irán, Cuba, Corea del Norte,
etc., han podido o algún día podrán llevar a la resolución del
conflicto? ¿Cómo se puede resolver por la fuerza otros problemas
globales, como pobreza, enfermedades, proliferación nuclear, degradación
climática, etc.? Yo subrayo: “resolver” – y eso significa deshacerse de
sus raíces, para acabar con su profundización y multiplicación casi
diaria. La fuerza del “músculo”, claro, puede dar resultados prontos y
producir “efecto” (sin ser eficiente). Pero, dará resultado de corto
alcance, lo que indudablemente llevará después a la agravación del
problema, y será provechoso solo para los círculos burocráticos y
militares, para los productores de armamentos e inventores de las
máquinas de matanza cada vez más sofisticadas. Después, preocupados por
sus “raitings” cotidianos, los políticos de hoy no piensan en erradicar
el problema como tal: su interés real es la reelección personal por
medio de la impresionante “lucha” – forzosa, rapida y “efectiva” –
contra el mal (que así jamás terminará).
Por eso, solo el “cerebro”, o siquiera, “el músculo
del cerebro”, debe ser el objeto de la discusión respecto a las
potencias mundiales en el ascenso, – y, particularmente a Brasil. Si no,
¿qué diferencia con las “viejas” potencias van a tener, qué novedad van
a introducir en la política y economía internacionales, cómo van a
progresar en adelante, sin tener el estoque completo de armas nucleares,
faltando la costumbre necesaria de presionar y chantajear a los otros,
etc.? En breve: o el mundo va a renovarse con la llegada a las palancas
de poder de las nuevas civilizaciones, culturas y maneras de pensar
diferentes de lo occidental, o tiempos muy difíciles nos acechan a
todos.
- “¿Sin premios Nobel?” – Eso parece ridículo. El
premio de Barack Obama, por ejemplo… Es estraño, entonces, que no los
han recibido en sus tiempos M. Thatcher, R. Reagan, De Gaulle, G. Bush
(ambos). ¿Podrían competir en el Premio Nobel de la Paz, si vivieran
hoy, Napoleón, Bismark…, tal vez, Lenin?
El gran diplomático de Brasil Barón de Rio Branco dijo una vez que la “guerra es la salida menos digna de cualquier situación”. Desgraciadamente, él, claro, no se ha hecho tan famoso y mundialmente conocido como aquellos… El resolvió pacíficamente todas (!) las disputas territoriales de Brasil, acabó con la carrera de armamentos navales entre Brasil, Argentina y Chile en el comienzo del siglo XX (y así evitó una guerra total en Suramérica), fundó las bases de la integración regional (“Tratado de ABC”, 1904). Confesemos, que le “faltó” mucho en su postura histórica para “alcanzar” la ambición de Europa, que se guiaba a la sazón por la frase de C. Clauzevtiuz: “La guerra no es nada más que la continuación de la política por otros medios”… El grán diplomático de Brasil Barón de Rio Branco murió en vísperas de la sesión solemne del Parlamento, en la que se quería proponer su candidatura al premio Nobel…
El gran diplomático de Brasil Barón de Rio Branco dijo una vez que la “guerra es la salida menos digna de cualquier situación”. Desgraciadamente, él, claro, no se ha hecho tan famoso y mundialmente conocido como aquellos… El resolvió pacíficamente todas (!) las disputas territoriales de Brasil, acabó con la carrera de armamentos navales entre Brasil, Argentina y Chile en el comienzo del siglo XX (y así evitó una guerra total en Suramérica), fundó las bases de la integración regional (“Tratado de ABC”, 1904). Confesemos, que le “faltó” mucho en su postura histórica para “alcanzar” la ambición de Europa, que se guiaba a la sazón por la frase de C. Clauzevtiuz: “La guerra no es nada más que la continuación de la política por otros medios”… El grán diplomático de Brasil Barón de Rio Branco murió en vísperas de la sesión solemne del Parlamento, en la que se quería proponer su candidatura al premio Nobel…
Finalmente, ¿quién ha dicho que el Premio Nobel
(inclusive en ciencias exactas) tiene una significación tan definitiva?
¿Acaso, es una conditio sine qua non? ¿Acaso, la mera falta de un
laureado Nobel debe estigmatizar al país y humillar a sus habitantes?…
El famoso profesor químico ruso D. Mendeleyev, autor de la Tabla
universal de elementos, no fue Laureado con el Premio Nobel. El
constructor soviético de cohetes espaciales S. Koroliov, no lo fue. El
pionero de la aviación mundial, el brasileño Santos Dumont, no lo fue…
“E daí?” – diría él al respeto…
No, realmente, ¡basta de “roundabouts”! Parece, que el
mismo tónico de la convocatoria presentada es de cualquier modo y
cueste lo que cueste mostrar la imposibilidad de Brasil de convertirse
en una gran potencia. ¿Acaso, de veras no hay avances tecnológicos en el
país – tercer exportador mundial de aviones civiles, poseedor de
tecnologías únicas de la perforación submarina, productor mundial de
etanol y biodiesel? ¿El autor no encuentra nada en su industria
cohetera, la más desarrollada de América Latina? Y eso se dice de un
país autosuficiente en prácticamente todos los recursos materiales, del
Estado, que según los datos de World Bank, sólo podría alimentar a mil
milliones de habitantes en nuestro planeta? Chega, Andrés… Parece, que
los “encantos” tradicionales de Brasil – carnaval, fútbol, etc. – no te
dejaron mucho tiempo libre para ver algo detrás de la cortina
tradicional…
“¿Los observadores dudan en calificarlo como un caso
exitoso…?” Parece que el tiempo te faltó aquí también. Mencionar
opiniones de muchos más “observadores” que mantienen lo opuesto (y son
de absoluta mayoría), lo considero superfluo, además temo que van a
ocupar demasiado espacio.
Pero todo eso no tiene mucha importancia en
comparación con un prerrequisito, que posee Brasil como un país exitoso y
en ascenso, y del que hoy en día carecen muchos otros, – inclusive los
del mundo “desarrollado” – la vitalidad del pueblo, que se fundamenta en
su sentido de la identidad nacional. Ese sentido le ayudó a mantener la
unidad nacional, a pesar de los problemas de la desigualdad social y
regional en el pasado. Hoy esa identidad – latinoamericana y brasileña,
le ayuda a elaborar sus propios modelos del desarrollo y convertirse en
el líder regional. La importancia de tener “identidad” se ilustra por el
ejemplo del país vecino a Brasil, que pretendiendo ser “Europa en
Suramérica” pasó del “primer mundo” al tercero en casi nada de tiempo:
entre los años 40 y 60…
Para no ofender a nadie, diría otra cosa: mi país,
Rusia, que todavía continúa entre “dos sillas” – Europa y Asia – , sin
afirmar pronto su propia y singular identidad euroasiática, a pesar de
tener tantos prerrequisitos hoy (armamentos – segundo sólo tras USA,
miembro permanente del CS de ONU, del G-8,… varios Premios Nobel – !!!,
etc.), mañana jamás será exitoso, con o sin BRICs.
Ahora de armamentos… Con todo respeto al autor,
quisiera preguntarle: Andrés, ¿tú tienes el conocimiento, o no, de la
estrategia nacional de Brasil, documento publicado por el Ministerio de
Defensa de Brasil en diciembre de 2008? Es muy fácil encontrarlo en
Internet… Si lo hubieras leído, pienso que comprenderías que Brasil no
va a permanecer “mosca en términos militares” por mucho tiempo. ¿Bomba
atómica? ¿Quién sabe? Brasil podría abastecerse con ella pronto, todo
dependerá sólo de la voluntad política.
Pero, aún eso no es tan importante. Lo más importante
en todo el paradigma de los BRICs, a pesar de muchas insuficiencias y
contradicciones conocidas, es lo que ese formato propone al mundo,
principalmente un nuevo modelo de ascenso – a base de la “fuerza
blanda”. La Historia de los siglos pasados está llena de ejemplos
opuestos, cuando los países, inclusive “super – democráticos”, ganaron
su posicionamiento mundial debido a sangrientas guerras, políticas de
colonialismo, chantaje político y económico, etc. Eso dio sostenibilidad
al culto a la fuerza, tan diseminado en la “civilización occidental”
hasta hoy día. Y los argumentos tipo: “A Brasil le faltan armas”
pertenecen, a mi entender, también a los siglos pasados. A eso sería
posible contra-argumentar con cierto alivio: “¡Y gracias a Dios, que le
falta! ¡No repitirá, entonces, las experiencias sangrientas de las
luchas pasadas! ¡Ojalá los BRICs ofrezcan un formato principalmente
nuevo, no repetidor de muchos otros, que persisten en continuar viejos
paradigmas!”
Es evidente que ese ascenso es intrínsecamente “blando”, en comparación con todos1
los de tiempos pasados. Pensar que el ascenso económico es el ascenso
forzoso no tiene ni razón, ni sentido, pues no se trata de la presión
económica, chantaje económico, agresión económica, etc. No vale la pena
“dramatizar” tanto el proceso del desarrollo natural, para menospreciar
la significación de los BRICs.
Pero hay un problema. Ese ascenso “blando” puede
encontrarse en su camino con una reacción tradicional y forzosa. Lo
viejo, pues, nunca cede el campo sin dar la batalla. Tanto más, que ese
“viejo” – el Occidente – , como procede de la Historia y como lo vemos
hoy, simplemente “no puede” existir sin enemigos2. Su
desarrollo, estimulado por luchas interoccidentales desde el mismo siglo
XV, en este caso simplemente se estanca. También, vale la pena ver
comentarios sobre la futura escasez de recursos naturales y luchas (por
agua, petróleo, gas, etc.), que formarán gran parte de la agenda
internacional en este siglo. ¿Cómo se transformarán, entonces, las
posibilidades de nuevos liderazgos en el mundo? ¿En qué sentido va a
transformarse la cooperación entre los “aspirantes”? A mi entender,
todavía es bastante temprano para tratar de contestar estas preguntas,
pues, los BRICs siguen siendo un proyecto en gran medida de futuro. Pero
la realidad puede tornarse más rígida ya bastante pronto.
En ese sentido jamás desecharemos la necesidad para
Brasil (y los otros BRICs) de armarse bien. Precisamente eso, a
propósito, se hace hoy (vea la Estrategia Nacional…) en Brasil, Rusia,
India, China. Confesemos que es una pérdida para el mundo. Pero hay que
tener en cuenta: el armamentismo de ellos, siendo la respuesta legítima a
la situación de la imprevisibilidad económica y política (creada por
otros), no es, de ninguna manera, la condición de su desarrollo. Y esa
es la diferencia histórica sustantiva de los BRICs en comparación con
las potencias tradicionales. Poner fuerza a la primera, repetimos, no da
resultado: es la herencia del pasado. Pensar en términos “musculares”
hoy evocaría la tentativa de revertir la Historia y revalorizar los
medios, que pierden su sentido diariamente.
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